Aspectos de la competición.

En este artículo vamos a tratar la competición desde el punto de vista de corredor popular, de sus impulsos, motivaciones, su frecuencia en la competición y otros aspectos que tienen que ser tenidos en cuenta a la hora de plantearse una competición.

Somos seres comparativos y a los que nos gusta el reconocimiento. Estos son algunas de las características que han hecho tan populares a las redes sociales y en particular a las aplicaciones relacionadas con los deportes individuales de resistencia. El momento más importante para esa comparación con los demás o con uno mismo, así como el de reconocimiento por parte de los demás es la competición. Se puede decir que es el momento.

En la sociedad moderna la competición está a la orden del día, desde acelerar el paso para ganar un mejor puesto en la cola del supermercado, hasta la competitividad que se establece en el mundo profesional, por no hablar del arranque del vehículo de muchos conductores en la apertura de un semáforo. Y en este ambiente por naturaleza tan competitivo nos encontramos al corredor. Un corredor popular que empieza a calzarse unas zapatillas y salir a correr por diversos motivos. Todos recordamos como empezamos. Muchos empiezan de forma descontrolada y abandonan. Normalmente, suelen ser abandonos porque, aunque “el correr es de cobardes”, se tiene que saber administrar las fuerzas y sobre todo las intensidades porque se convierte en una auténtica tortura para el cuerpo y para la mente. Pero también es cierto, que muchos otros superan esta fase, sea porque su iniciación haya sido más pausada, porque se ha iniciado en el seno de un grupo de corredores que le han ayudado o por cualquier otra razón y se convierten en corredores aficionados.

Muchos de estos últimos, con el paso de las semanas se encuentran mucho mejor corriendo y se plantean la posibilidad de empezar a competir en carreras populares. Suelen ser inicios con carreras de 5K y 10K para tener una segunda etapa en la que muchos dan el salto a la media maratón. De aquí a la maratón ya tenemos medio camino recorrido para aquellos que se adentran en la larga distancia dentro de las carreras de resistencia. Es ahí, en el momento que ya hemos hecho la primera o primeras carreras populares cuando la consecución de marcas, como realizar un tiempo en una distancia determinada, mejorar marca, hacer mejor tiempo que un colega o acabar un reto como acabar una prueba de larga distancia en donde entramos realmente en modo competición.

Otra de las evoluciones naturales es la de pasarse a las carreras de montaña. Aquí el crono pierde mucha importancia con respecto a los corredores de asfalto. Los paisajes naturales, los retos de metros de altitud, las ultra distancias pasan a ser los principales retos para conseguir.

Sea como sea, la competición ha entrado en la sangre del corredor popular con ese afán de conseguir cada uno con sus metas.

Es importante observar que difícilmente, por no decir imposible, a un corredor popular tiene metas competitivas a tres años vista. Esto no es en absoluto una crítica es la constatación de una realidad. Este corredor no vive del atletismo y bastantes ocupaciones y tareas de todo tipo tiene en su ambiente personal y profesional como para hacer planes a largo plazo. Sin embargo, también es muy importante ver que muchísimos corredores se apuntan a competiciones populares sin la más mínima estructuración de cuando hacer una carrera o de las implicaciones de entrenamiento que esto lleva consigo. Van a salto de mata.

Quizás y siguiendo la cita aristotélica de que la virtud está en el término medio, sería importante tener un pequeño plan de lo que se quiere hacer en una temporada. Simplemente esta estructuración ayuda enormemente a la motivación a la hora de entrenar y sobre todo a una gestión de cargas e intensidades de entrenamiento a la hora de preparar estas competiciones (porque, aunque sea obvio, una competición debe tener un mínimo de preparación tanto física como mental).

¿Qué hay alrededor de una competición? La competición, sea de la distancia que sea, es el momento mágico del corredor. Basta con apreciar las caras de los corredores en la línea de salida. Es un momento muy especial. Es el momento en que salvo aquellos que vayan a hacer pódium en la que lo importante es el puesto, sus rivales y la estrategia de carrera, en la que este corredor popular se prueba a si mismo contra un reto que se ha planteado y que no es menos importante, va a tener un reconocimiento social altamente gratificante si se realiza una buena marca. “Eres un crack” o “estás muy fuerte”  es lo mínimo que te pueden decir.

En competición la intensidad y demanda de esfuerzo que el corredor le va a solicitar a su sistema cardiovascular, endocrino y sobre todo esquelético-muscular van a ser máximas o muy cercanas al máximo. Es el momento en que músculos, tendones y articulaciones van a estar más cerca de la lesión precisamente por todas las exigencias que va a someter.

El estar más cerca de una potencial lesión no significa no poder competir. Significa que tenemos que ser muy selectivos en el número y tipo de competiciones que realizamos cada temporada. precisamente para no sobrecargar en demasía a nuestro sistema muscular. No deberíamos competir cada fin de semana, no deberíamos hacer dos o tres maratones al año, no podemos hacer una maratón y para no perder la forma (?) hacer una media al cabo de dos o tres semanas. El desgaste de todo tipo que se produce en cada competición es altísimo y el tiempo de recuperación es en el mejor de los casos una semana para una prueba de 10K por poner un ejemplo. ¿Será por esto por lo que los 10K de las Olimpiadas son a final directa? Esto por no hablar de medias maratones o maratones. El corredor puede pensar que se ha recuperado, pero en realidad la recuperación lleva mucho más tiempo del que nos pensamos por entender que ya me encuentro bien y no tengo agujetas, ni sobrecargas musculares.

Como consejo y, sabiendo que cada corredor es único, el corredor popular debería correr como máximo un 5K o 10K cada tres semanas, o siendo más prudente hacerlo cada 4-6 semanas si se quiere hacer una planificación más correcta y evitar los sobre entrenamientos y disminuir sensiblemente el riesgo de lesión.

Si nos vamos a media maratón hay autores que no recomiendan la realización de más de dos o tres medias por año.

En el caso de la maratón esta frecuencia se queda en una al año.

Otro aspecto muy importante es el aspecto metabólico. Después de una competición de estas características, las células musculares han realizado un trabajo muy importante, tanto como que la potencia aeróbica ha disminuido. En los próximos días ya no somos capaces de repetir la misma marca. Se tiene necesariamente que dejar que el organismo y el músculo se recupere y que se produzca la mejora adaptativa si estamos en una competición planificada pero que no es la competición principal de la temporada, aquella en la que queremos estar realmente finos.

Ejemplo de lo anterior son aquellas competiciones que, aun siendo importantes, están supeditadas a una que el corredor considera de rango superior. El claro ejemplo es el de la realización de carreras de 10K en la fase de preparación general para una maratón (normalmente entre tres y seis meses antes de la fecha de la maratón).

Sin embargo, no son solo los aspectos físicos los relacionados con la competición. También, existe un aspecto psicológico relevante. Sabiendo que son días especiales y que están marcados en rojo en el calendario, la motivación es distinta tanto para entrenar como en la línea de salida. Es en esa línea de salida en la que tanto en el calentamiento como en los minutos antes de la salida en la que hay un espacio para la concentración del corredor. Es como una especie de mindfulness en la que todos los sentidos están conectados en la ejecución de la carrera, y si es así, la posibilidad de realizar una buena o gran competición es muy alta. Esto es imposible de alcanzar si se compite cada quince días, ya que el día de la carrera ha pasado a convertirse en algo rutinario.

Un factor para tener en cuenta son aquellas competiciones que, siendo muy importantes, están supeditadas a una que el corredor considera de rango superior. El claro ejemplo es el de la realización de carreras de 10K en la fase de preparación general para una maratón (normalmente entre tres y seis meses antes).

Sin ser derrotistas, sin decir que no se puede competir, sino todo lo contrario, también se debe remarcar que un exceso de frecuencia de competición acorta significativamente la longevidad atlética del corredor y además provoca que por mucho que entrenemos, por mucho que nos esforcemos, las marcas no mejoran, sino que alcanzan una meseta que en la mayoría de las ocasiones y con una gestión prudente de competiciones, se debería de romper.

Se debería escoger cuidadosamente elegir el número, el tipo y que competiciones realizar. Este aspecto es sin duda uno de los más importantes a la hora de alcanzar marcas que se debe tener en consideración.

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