Cambios de entrenamiento.

Para poder realizar carreras populares los corredores habituales normalmente siguen un plan de entrenamiento que suele seguir unas pautas. Estas pueden tener su origen en un puro fundamento intuitivo, puede que en experiencias pasadas o nos quedan seguramente los dos últimos escenarios que son los de los planes generales que podamos conseguir en internet o bien el que el entrenador nos facilita.

Todos estos planes tienen su estructura, incluso los intuitivos. No sabemos porque, pero sabemos, intuimos que este es el entrenamiento correcto. En este punto, a no ser que se sea un corredor muy experimentado y con unos conocimientos básicos de los fundamentos del entrenamiento, no es la forma más aconsejable de preparar cualquier competición. En el caso de los planes generales o individualizados estamos delante de un plan estructurado en el que pueden existir diferentes fases de carga e intensidad de los entrenamientos y en los que cada sesión persigue un objetivo en concreto.

Este último punto es fundamental y vale la pena repetir que cada sesión tiene un objetivo concreto. Esto significa que no es recomendable cambiar el tipo de sesión de entrenamiento marcado. Pongamos un ejemplo de lo que puede suceder. Supongamos que nos encontramos bien, que vamos siguiendo nuestro plan de forma adecuada y nos encontramos que vamos a realizar un rodaje lento a un ritmo determinado y salimos a correr por la calle. Durante el rodaje nos encontramos a un amigo o colega que también rueda y que tiene un nivel diferente al nuestro por lo que su ritmo de rodaje también lo es y nos encontramos con el compromiso de correr con él. En este supuesto nos podemos encontrar con dos escenarios: que ruede más rápido o más lento. En este último caso no sería problema ajustar nuestro ritmo al suyo (siempre y cuando no fuera tan lento que alterase nuestra biomecánica de carrera de forma sustancial), mientras que si su ritmo de rodaje es más rápido podríamos estar cambiando totalmente el objetivo de la sesión de entrenamiento, produciendo incluso efectos contraproducentes.

Puede existir también otra circunstancia y es que, sobre la marcha o justo antes de iniciar la sesión, el corredor decida cambiar su sesión por cualquier circunstancia. A modo de ejemplo, la de aquel corredor que sale a rodar media hora y acaba haciendo una hora porque se encontraba bien. De la misma manera que en el ejemplo anterior, estos cambios tienen sus efectos y no siempre positivos.

Tercera circunstancia. Ayer no pude entrenar por cualquier razón y hoy, que también tengo marcado en el plan una sesión, voy a hacer un poco más para recuperar lo que ayer no pude hacer. Nos encontramos también con las mismas consecuencias que en el caso anterior.

¿Significa todo lo anterior que los entrenamientos no se pueden modificar? ¿Significa que son totalmente rígidos? Y la respuesta es rotundamente NO. Es más, se puede decir que es muy difícil llevar a cabo un plan de entrenamiento sin modificaciones. Circunstancias personales y profesionales, asimilación del entrenamiento, inclemencias meteorológicas, enfermedades, falta de sueño, sobrecargas son solo algunas de las razones por las que el plan de entrenamiento se modifica y debe modificarse.

A nivel general y para enlazar la circunstancia de la pérdida de una sesión de entrenamiento y los cambios de plan, se puede indicar que a nivel general una sesión de entrenamiento no realizada se debería de considerar como perdida y no se recupera si estamos hablando de atletas que entrenan cinco o seis días semanales. Se continua con el plan como si no hubiera habido cambios. En el caso de aquellos que lo hacen en tres o cuatro sesiones semanales se puede considerar correr un día las sesiones o bien saltarse esa sesión como en el caso anterior.

Otra cosa muy diferente es que llevemos unos días sin entrenar. Dependerá mucho de cada corredor y de sus capacidades, pero si estamos hablando de más de una semana de falta de entrenamiento de carrera, se deberá reiniciar los entrenamientos de nuevo con un nivel de carga de entrenamiento los primeros días inferior al que debería tocar para luego ir poco a poco cogiendo de nuevo el ritmo de los entrenamientos. Evidentemente, cuantas más semanas perdidas ese acople al plan se demorará más, pudiendo significar que en más de una ocasión lo más aconsejable sea marcarse otras carreras objetivo para poder prepararlas convenientemente.

Otro de los aspectos para tener en cuenta es el de la esclavitud del ritmo y de la distancia. Quizás sea el ritmo el peor de los dos. Imaginemos que hoy toca hacer un rodaje controlado a un ritmo de 4:30 min/Km. Recordaremos que controlado se definió como aquel ritmo que estaba en la frontera del umbral anaeróbico o segundo umbral lo que ya nos está indicando que es un rodaje confortablemente duro. E imaginemos que el corredor ha tenido un día en el trabajo muy exigente física o emocionalmente o más fácil aún que esa noche no ha podido dormir bien. Muy probablemente, este corredor no se encuentre en las mejores condiciones físicas para poder afrontar este tipo de entrenamiento, pero aún así como el plan dice media hora a 4:30 min/Km lo hace. Casi con toda seguridad en estas circunstancias y a pesar de rodar a 4:30 min/Km el esfuerzo necesario para ceñirse al plan va a hacer que entremos en un tipo de entrenamiento más exigente que haga que saltemos de fase metabólica y sea un entrenamiento que incluso puede llegar a ser perjudicial para el objetivo que se busca.

En estos casos en los que las circunstancias propias o externas (temperatura, humedad, terreno desigual o con desniveles, por ejemplo) es donde el ritmo pasa a dejar de ser importante para serlo las pulsaciones y las sensaciones.

En definitiva, las modificaciones de los planes de entrenamiento es algo muy habitual y es por ello por lo que si bien la estructura de un plan de entrenamiento es fundamental para poder conseguir los objetivos marcados, será semana a semana en la ese plan se tiene que ajustar a las circunstancias de cada corredor mediante la planificación semanal y que puede incluso llegar a revisarse diariamente en función de circunstancias como las expuestas en este artículo.

Es del todo desaconsejable cambiar planes y sesiones de entrenamiento porque el corredor se encuentre “como un avión”. Si las sensaciones son buenas o buenísimas día tras día y semana tras semana es muy tentador para muchos corredores pedir más o hacer más volumen o intensidad de los planificados. Este es sin duda el principal error en el cambio de planificación. Es casi seguro que el corredor acabe lesionado o que llegue a la competición sobreentrenado y arriesgue el resultado e esta. Si las sensaciones son buenas, si notamos que vamos asimilando el entrenamiento es una señal muy potente para seguir con la misma estructura del plan con los cambios semanales que puedan acontecer y que no dejarán de ser más que ajustes a las circunstancias.

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