Sabemos que los deportistas profesionales nunca dejan de entrenar. Si ponemos como ejemplo el fútbol, el futbolista cuando se lesiona vuelve progresivamente a los entrenamientos y pasan por una alta médica y por un alta competitiva. En épocas de vacaciones, se llevan a casa practicas que incluyen un mantenimiento físico y de todo tipo para que, a la vuelta a la pretemporada, vayan con un mínimo nivel de forma.
Si hacemos la analogía con el running, nos encontramos en que el corredor puede parar los entrenamientos por múltiples factores. Esto significa que ese corredor ha sufrido una lesión o que por circunstancias personales del tipo que sea, ha tenido que dejar de entrenar. Ni que decir tiene que las vacaciones de verano en las que muchos corredores dejan de correr están incluidas en este capítulo.
¿Qué acontece con la gran mayoría de los corredores populares cuando se encuentran en estas circunstancias y vuelven a los entrenamientos?
La mayoría de ellos cuando vuelven conservan perfectamente memoria histórica de lo que eran capaces de hacer pocas semanas atrás. Esto los lleva a plantear y a realizar entrenamientos inadecuados a esta nueva circunstancia por ser sesiones o bien de mucha duración, de mucha intensidad o de ambas a la vez.
Incluso se dan casos en los que la vuelta a la actividad atlética coincide con alguna carrera a la que se apuntan con pocos o ningún día de entrenamiento previo. La consecuencia en este último caso es demoledora desde todos los puntos de vista. La prueba es que las famosas agujetas y las sobrecargas son inevitables y aparece un factor nunca valorado que es el factor psicológico: el corredor se encuentra con la cruda realidad de que ya no es el mismo de hace unas cuantas semanas y esto normalmente no suele ser muy motivador.
La vuelta a los entrenamientos tiene que ser muy gradual y progresiva. Es una época especial en la que nuestro historial atlético nos tiene que servir para saber que no podemos volver a entrenar de la misma manera que con anterioridad, al menos durante un periodo de tiempo de adaptación. Este periodo de tiempo será específico para cada atleta, pero no se debe de tener ninguna prisa.
Cada vez se observan corredores con un grado de impaciencia superior. Los resultados tienen que ser llegar más rápidos.
” Tengo 53 minutos en 10K, ¿puedo bajar de 50 minutos si entreno bien (?) durante un mes?“ fue una pregunta real de una corredora que me realizó hace un tiempo. A alguno le puede parecer que esta pregunta no existió, que es un recurso literario que ayuda a transmitir el mensaje, pero puedo asegurar que fue totalmente real y que la persona la formuló totalmente en serio y que llevaba unos pocos años corriendo.
No es un tema de crítica a nadie, ni mucho menos. Jamás se puede juzgar a una persona que honestamente presenta sus dudas o desea conocer más, simplemente denota el desconocimiento de las bases de este deporte.
Si volvemos a la vuelta después de un periodo de inactividad el gran secreto es volver disfrutando y no ser impaciente. Esto es aparentemente una paradoja. Lo único que se necesita para disfrutar es paciencia y tener muy claro que esta es una etapa especial.
¿Cómo volvemos a disfrutar? Simplemente dejando de sufrir y sufrimos porque volvemos demasiado rápido, con demasiada distancia y con una evolución de las cargas de entrenamiento son demasiado rápidas también.
Estos tres “demasiado” son la clave del sufrimiento, de las molestias, de las sobrecargas y finalmente de las lesiones.
Lógicamente la paciencia tiene que ser nuestra compañera muy especialmente ahora.
La forma en la vuelta al entrenamiento dependerá de cada corredor. No es lo mismo un corredor de 25 años que uno de 55, pero en el caso de los corredores populares, que en su mayoría son veteranos, la vuelta con la combinación de correr y caminar no es un deshonor. En la mayoría de los casos es una muestra de sabiduría atlética. En estos primeros días debemos acabar con la sensación de que no hemos hecho nada, de que se podía haber seguido entrenando sin problema durante un rato más.
Si la vuelta es con la realización de carrera continua, esta ha de ser limitada en el tiempo y a ritmos insultantemente fáciles. Es mejor no marcarse distancias sino tiempos. Veinte minutos puede parecer una tontería, pero el organismo y en particular el sistema muscular no son el que eran antes de la parada, por lo que el stress al que son sometidos es superior al de la hora de rodaje que se hacía anteriormente.
Debemos tener en cuenta que la carrera nos va a llevar unas cuantas semanas, incluso un par o tres de meses, para volver a tener las sensaciones que antes teníamos. Esto es debido a que no todos los sistemas de nuestro cuerpo se adaptan a igual velocidad. El cardiovascular va más rápido que el muscular por poner un ejemplo y nos puede llevar a la falsa sensación de que nos encontramos muy bien porque de cardio vamos perfectos, pero tenemos que saber que el músculo va a sufrir más de la cuenta y que esto en ningún caso es positivo.
Conceptualmente tenemos también un caso muy particular que es el de aquellos corredores que están acostumbrados a entrenar a intensidades muy altas para sus posibilidades y que deciden reajustar sus entrenamientos porque han oído hablar de la conveniencia de los rodajes lentos y de sus beneficios.
Este es un caso muy parecido al de la vuelta después de un periodo de inactividad, salvo que el corredor deberá cambiar su estilo de entrenamiento y puede tener la sensación de que no le sirve para nada después de encontrar estos entrenamientos muy fáciles. Aquí de nuevo la paciencia y confianza son fundamentales para el éxito.
En definitiva, vale la pena ir más lentos en las adaptaciones que forzar la máquina. Los resultados van a ser mucho mejores.