Pilares básicos del entrenamiento

Este es uno de esos artículos en los que uno duda si es necesario escribir. Detrás del mismo el lector puede pensar que no se dice nada que no vaya más allá del sentido común. Sin embargo, vale la pena enumerarlos. Detrás de ellos y bajo una aparente simplicidad aparecen los fundamentos del entrenamiento y forman parte del secreto de poder disfrutar del deporte.

Principio de individualidad

Cada persona es diferente y no todos tenemos la misma capacidad de respuesta al entrenamiento. La herencia genética juega un papel importante en las cualidades y en el grado de adaptación que nuestro organismo presentará delante de un plan de entrenamiento. Solamente en el caso de hermanos mellizos podremos encontrar resultados casi idénticos por contar estos con el mismo material genético.

La respuesta que el organismo presenta frente al entrenamiento en personas sanas no tiene por que tener las exactamente las mismas adaptaciones ni la misma velocidad de esas adaptaciones. Esto se tienen que tener en cuenta especialmente para  aquellos corredores que entrenan en grupo. Pero no solamente esto, sino que además tener un mismo nivel de marcas no significa que el plan de entrenamiento tenga que ser exactamente el mismo y sobre todo en lo relativo a intensidades de entrenamiento. La sesiones de entrenamiento deben contemplar las debilidades de cada corredor, en especial las musculares, que nos lleva a la particularidad de cada plan. De no hacerlo así, puede conducir a que para un mismo plan de entrenamiento, incluso en atletas del mismo nivel, pueda llevar a alcanzar unos fantásticos resultados para unos y no tan buenos o incluso de lesión para otros.

Paralelamente a lo anterior, cada corredor popular se enfrenta a unas condiciones ambientales, laborales, familiares  diferentes  y que en ocasiones pueden marcar una gran diferencia. Factores como un trabajo de ocho horas delante del ordenador o conduciendo, de stress psíquico o de alegría, por nombrar solo algunos, tienen una influencia directa en nuestro organismo y tienen su importancia.    

Es por  todo esto por lo que cualquier plan de entrenamiento debe ser individualizado llegando a que la adaptación del mismo semana a semana o día a día si fuera necesario en función de las características del atleta y su entorno.

Principio de especificidad

Las adaptaciones al entrenamiento son muy particulares al tipo de actividad, volumen e intensidad de los ejercicios realizados. Se sabe que el entrenamiento de un velocista es diferente al de un fondista aunque ambos sean corredores. Cada plan de entrenamiento debe de estar diseñando para forzar los sistemas fisiológicos implicados en el rendimiento del deporte y especialidad del que se trate. Es así como se consiguen las adaptaciones y mejoras específicas para ese deporte y especialidad.

A modo de ejemplo de lo anterior, no se puede sustituir un entrenamiento de carrera por uno de ciclismo. Esto no quiere decir que no se pueda pedalear, que incluso no sea bueno en muchas ocasiones utilizarlo como factor de desconexión, pero tenemos que ser conscientes que las tasas de transferencia de un deporte a otro son muy bajas, que las adaptaciones que tiene la carrera para el propio entrenamiento de carrera no son las mismas que las de la natación, pádel o fútbol por poner otros ejemplos.

No hay mejor entrenamiento para correr que el propio correr. Cada deporte es específico al gesto deportivo del mismo.

Todo lo anterior no se tiene que confundir con la realización exclusiva del entrenamiento de carrera. La preparación base para soportar las demandas tan exigentes que la carrera genera es imprescindible. En particular un trabajo de fuerza serio se convierte en innegociable.

Principio de desuso

La interrupción del entrenamiento, sea por final de temporada o por lesión, nos conduce a la pérdida de las mejoras alcanzadas después de periodos prolongados de entrenamiento. En el caso de final de temporada es aconsejable realizar un plan de mantenimiento, que si bien permita la relajación y el descanso, tampoco significa la desconexión total y permanente. En los atletas populares y tras semanas de inactividad se pierde una gran parte de la condición física, siendo más significativo si este parón es causado por lesión.

Principio de sobrecarga progresiva

La sobrecarga y la progresividad son dos de los pilares de cualquier plan de entrenamiento. La mejora en el rendimiento vendrán de la mano de un proceso de aumento paulatino de volúmenes y o intensidades en los entrenamientos. Un buen plan de entrenamiento contiene de forma sutil estos dos conceptos para que el organismo y en particular el sistema muscular vayan asimilando el trabajo realizado y adaptándose a las nuevas exigencias que se le solicitan.

Es la falta de este principio lo que explica el porque muchos corredores no mejoran resultados en sus marcas. Hacer siempre los mismos kilómetros y a las mismas intensidades conduce a alcanzar una meseta deportiva de estancamiento en el rendimiento.

Particular atención merece la relación de este principio con el principio de desuso. Significar que para los atletas populares y tras periodos de inactividad largos se puede llegar a perder la condición física alcanzada anteriormente, llegando incluso a volver a „la casilla de salida“.

Esa vuelta a la actividad presentará, entre otros, dos grandes áreas con las que nos encontraremos: la cardiovascular y la muscular. Ambas están relacionadas, pero si bien la primera recupera niveles previos de forma notable al cabo de unas semanas de trabajo, la segunda presenta unas evoluciones mucho más lentas. Se necesita una trabajo de incremento de carga progresiva sutil y sin prisas para poder alcanzar niveles de rendimiento satisfactorios y con mínimos riesgos de lesión por sobrecarga.

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